Ricardo Vera, olímpico y recordman uruguayo
Ricardo Cirilo Vera Rebollo tiene 46 años. Nació el 16 de septiembre de 1962. Comenzó a correr a los 16 años en juegos estudiantiles. Ostenta cuatro records vigentes nacionales absolutos de mayores en atletismo:
- 1500 metros - 3:43.47 (Sevilla, 20/06/1989)
- Una milla (1606 metros) - 4:08.08 (Santiago, 15/10/1988)
- 3000 metros - 7:56.88 (Pontevedra, 13/06/1989)
- 3000 metros obstáculos - 8:23.02 (Hengelo, 28/06/1992)
Fue representante olímpico en Barcelona 1992 y Atlanta 1996.
A modo de ejemplo, presentamos la estadística de Ricardo Vera en Barcelona 1992
3.000 m. obstáculos (fuente: jeube)
Serie 1/3 - 1. Mutwol 8:26.23. - 2. Diemer 8:28.88 - 3. Walker 8:29.34 - 4. Brand 8:30.03 - 5. Golias 8:32.49 - 6. Brusseau 8:33.10 - 7. Hautala 8:34.10 - 8. Michael Buchleitner (AUT) 8:40.46 - 9. Graeme Fell (CAN) 8:50.87 - 10. Davendra Singh (FIJ) 9:07.49
Serie 2/3 - 1. Birir 8:23.22 - 2. Lopes 8:26.31 - 3. Van Dijck 8:27.23 - 4. Brahmi 8:28.01 - 5. Buckner 8:28.36 - 6. Khattabi 8:28.50 - 7. Lopez 8:29.01 - 8. Melzer 8:31.89 - 9. AI-Dossary 8:36.73 - 10. Ivan Konovalov (EUN) 8:58.04 - 11. Hector Begeo (PHI) 9:14.48
Serie 3/3 - 1. Sang 8:27.01 - 2. Hanlon 8:27.46 - 3. Vera 8:27.71 - 4. Croghan 8:28.15 - 5. Lambruschini 829.64 - 6 Mahmoud 8:30.54 - 7. Nieuwoudt 8:30.61 - 8. Junqueira 8:32.68 - 9. Seyed-Hamid Sadjadi (IRI) 8:36.87 - 10. Marcelo Cascabelo (ARG) 8:38.89 - 11. Jamal Abdi Hassan (QAT) 8:54.98
Semifinal 1/2 - 1. Birir 8:25.55 - 2. Brand 8:26.12 - 3. Sang 8:26.46 - 4. Van Dijck 8:26.70 - 5. Hanlon 8:26.91 - 6. Vera 8:27.46 - 7. Mark Croghan (USA) 8:30.15 - 8. Tom Buckner (GBR) 8:32.89 - 9. Ville Hautala (FIN) 8:33.69 - 10. Joao Junqueira (POR) 8:39.17 - 11. Daniel Lopez (USA) 8:41.28 - 12. Joseph Mahmoud (FRA) 8:52.00
Semifinal 2/2 - 1. Mutwol 8:19.83 - 2. Lopes 8:20.46 - 3. Diemer 8 :23.30 - 4. Lambruschini 8:23.56 - 5. Brahmi 8:25.85 - 6. Khattabi 8:27.00 - 7. Vladimir Golias (EUN) 8:30.26 - 8. Colin Walker (GBR) 8:34.82 - 9. Mohammed Al-Dossary (KSA) 8:36.38 - 10. Whaddon Niewoudt (RSA) 8:37.99 - 11. Hagen Melzer (GER) 8.38.07 - 12. Thierry Brusseau (FRA) 8.42.48
Final - 1. Mathew Birir (KEN) 8:08.84 - 2. Patrick Sang (KEN) 8:09.55 - 3. William Mutwol (KEN) 8:10.74 - 4. Alessandro Lambruschini (ITA) 8:15.52 - 5. Steffen Brand (GER) 8:16.60 - 6. Tom Hanlon (GBR) 8:18.14 - 7. Brian Diemer (USA) 8:18.77 - 8. Azzedine Brahmi (ALG) 8:20.71 - 9. William Van Dijck (BEL) 8:22.51 - 10. Elarbi Khattabi (MAR) 8:23.82 - 11. Clodoaldo Lopes (BRA) 8:25.92 - 12. Ricardo Vera (URU) 8.26.35
Asimismo, fue primero en varias competencias nacionales e internacionales durante un largo período, destacándose en 1985 por ser el primer uruguayo en ganar la corrida San Fernando en Maldonado.
Vive en España desde 1989. Actualmente se encuentra en Collado Villalba, ciudad a 39 kms. de Madrid, adonde reside con su esposa Andrea y Esteban, que el 1º de enero cumplió los diez años. Trabaja autónomamente con un par de personas en el mantenimiento de jardines y piscinas para comunidades. Asimismo, integra un curso de fotografía, la que se ha transformado en una pasión más en su vida.
Paralelamente, tiene algunos entrenados. Uno de ellos -comenta- es bombero y hace un par de años participó en el campeonato del mundo en Hong Kong de bomberos y policías. Debutó en maratón y ganó con 2.39, recientemente en Berlin hizo 2.26, y continúa progresando, lo que lo enorgullece.
Ocasionalmente compite. Por ejemplo, en 2005, simultáneamente al maratón de montaña madrileño (42k), ganó la prueba promocional de 12 kilómetros y 600 metros denominada IV Cross Alpino 7 Picos con 1h05:30.
A continuación, dejamos un relato de su vida escrito y publicado por Fredy Techera con fotografías desde sus 17, exactamente un año después de competir por primera vez en esos mismos magníficos juegos estudiantiles.
“SALVANDO OBSTÁCULOS"
Abandonando la infancia, la escuela primaria, esa mágica época inolvidable de las vidas humanas, se van presentando ante los ojos, nuevos mundos, nuevos aprendizajes, intereses nuevos, sobre todo sorprendentes descubrimientos acerca de las propias posibilidades o no, caminos, flores y espinas que depara el destino.
Por ejemplo, aquel “flacucho” desgarbado de quince años, que se encuentra de frente con el deporte atlético en aquellos inicios del período secundario.
Ahí estaba, apoyado en la baranda que lo separaba de la pista, miraba la competencia eliminatoria de Atletismo entre los liceos del departamento de Canelones que se realizaban en un lugar insólito, ¡en la pista del Hipódromo de Las Piedras! ¡En la arena suelta de la pista, velocidad de 100, 200, 400 y pruebas de fondo de 800, 3000 y 5000 metros! ¡Saltos con sus correderas y lanzamientos, todo improvisado dentro del óvalo medio que hay en la pista de caballos! Le parecía estar viendo un torneo de la época de Pierre de Coubertin, pero ahí y ahora, con la triste certeza de que podía haber participado...
Poco antes, en las selectivas para la selección atlética del liceo de Las Piedras, Canelones, tuvo su primer obstáculo.
Estando en segundo año del secundario ganó una de las series de resistencia (fondo), pero no lo integran a la selección de su liceo, aunque él se había hecho mucha expectativa.
Si hay algo que templa, modela y agiganta la determinación en algunas personas es la injusticia o los reveses. A pesar de no haber participado en sus posibles primeras competencias, el atletismo lo “enganchó”.
Su familia vivía en la capital del país, al año siguiente esto le hizo cambiar del liceo de Las Piedras al liceo número trece de Montevideo, en el barrio de Maroñas, también cerca del Hipódromo de la ciudad. Había ido al liceo “canario” por la fama que le precedía al mismo en ese momento, ¡era muy bueno!, ¡pero era muy lejos!
La cercanía de la selectiva para el grupo atlético del liceo, lo hizo “entrenar” y esto consistía en algunos piques que realizaban con un compañero,
- ¡Para estar mejor preparados!, se decían.
La pista oficial de Atletismo los recibió para dicha instancia en un día frío de invierno. La sorpresa fue saber que solo se realizarían 100 y 400 metros y con esto los docentes ya seleccionaban a todos para todas las pruebas, es decir, para los saltos, los lanzamientos, velocidad, resistencia ¡algo totalmente insólito!
Ganó la prueba más larga, sabiendo que no era su prueba, quedó prendido del resultado de la selectiva y la incertidumbre lo hizo ir hasta el liceo un día que no había clases, porque se comentó que la lista del grupo seleccionado estaría publicada en la puerta de cristal de la institución.
La sorpresa, el segundo obstáculo, ¡nuevamente él no estaba en el listado!
¡La desilusión fue tan grande, que corrió los seis kilómetros de regreso a su casa, mascando bronca!
Se propuso apersonarse al profesor responsable al inicio de la semana entrante y le dijo sencillamente,
- ¡Yo...tengo mucha resistencia!
- ¡Está bien! ¡Irás a los entrenamientos en la pista del Complejo Militar de la calle Garibaldi! - Contestó el docente al verlo muy convencido.
La alegría fue enorme y estuvo pendiente de aquel primer día donde no podía fallar. Día que comienza con una noche sin dormir por el fallecimiento de la madre de uno de sus mejores compañeros, donde él debía estar ahí de apoyo.
A la mañana ya en la pista, el profesor lo ve pronto, en short y le pregunta, señalándole y presentándole al chico que ya corría esa distancia y que había competido el año anterior,
- ¿Estás seguro que aguantarás?, son tres mil metros y correrás contra él...
- ¡Claro que sí! Contesta.
- ¿Estás seguro no? Vuelve a insistir el docente, dudando de aquel “flaco enclenque” que veía caído dentro de un short.
- ¡Claro que sí! Vuelve a contestar muy convencido.
La sufrida carrera del inicio y aquella puntada debajo de las costillas, le hicieron correr diciendo permanentemente,
- ¡Aguantá, aguantá!
Y aguantó y ganó por muy poquito. El profesor ahora convencido le dijo que siguiera yendo todos los jueves. ¡Estaba radiante, lo había logrado!
Esto llevó a que las ganas de correr y la intuición, le hicieran, junto a un amigo, medir una distancia en circuito sobre las laderas del arroyo Miguelete ¡de diez y diecisiete kilómetros! Y así, se entrenara por su cuenta ya que consideraba que lo propuesto por el docente era insuficiente.
Había tramos de cuatro kilómetros en el circuito y lo hacía de ida y de vuelta, así mejoró poco a poco su capacidad aeróbica y dio para comentarios en su barrio, por esa época,
- ¡A este chico que le pasa, está loco, todos los días corre y corre...!
Claro, promediaban los años setenta y por estos lares era un período de no muchas libertades y muchas prohibiciones, él había encontrado una libertad, ¡el placer de correr!
Su primera competición interliceal sería inolvidable pues es en el propio día de su cumpleaños. Antes de largar su serie se preguntaba y decía, admirando a sus rivales,
- ¡¿De dónde habrán sacado esos físicos...?!, considerándose el más endeble aparentemente.
Gana su serie por la mañana y la final por la tarde. Estaba feliz, ¡que mejor regalo para sus dieciséis años!
Entusiasmado con esto pensó que podía ser un deportista federado, ya nadie le iba a sacar de la cabeza o le iba a impedir que fuera un atleta, un corredor de fondo.
La idea era conseguir equipo, un club. Y un compañero del liceo, le invitó a arrimarse al club Stockolmo. Fue con unas ganas bárbaras y se fue con unas ganas bárbaras también, porque ahora el obstáculo era el ambiente, el trato, ya que eran muchos y no sentía que le aportaran algo, como que era un cero a la izquierda, se fue.
Esto lo hizo esperar un poco mas, hasta que otro compañero que corría por el Club Banco República, le dijo de su idea y allá arribó. El profesor que encuentra aquí lo marcará para toda su vida deportiva y como hombre, el “Bocha” Lagomarsino.
El entrenador ya lo había visto en acción y fue quien hizo rastrearlo para traerlo a su equipo, viendo el potencial aparente que había en el flacucho, rubio, de larga zancada y de mucha determinación.
La primera competición Federado con la nueva casaca, fue nada menos que la última selectiva para formar la Selección Nacional de menores para el próximo sudamericano, que sería en Montevideo.
¡Gana la competencia y no lo citan al equipo!, alegando que no tenía experiencia. Un nuevo obstáculo se presentaba en su corta trayectoria.
Fue a las competencias que se realizaron en la pista atlética del Prado, otra vez como espectador, y le dolió mucho ver la carrera de los 1500 metros desde fuera, él podía haber estado allí, él había ganado esa prueba para representar al país.
Ahora acababa de ganarla un competidor chileno que se coronaba campeón sudamericano.
No decayó y en un sudamericano de nivel liceal, realizado en Concepción, Chile, estuvo y fue su primera competición fuera del país. El viejo “vapor de la carrera” y el desaparecido tren trasandino le había arrimado junto a sus compañeros a esa maravillosa experiencia de cruzar los Andes allá por Mendoza, rumbo a las tierras Araucanas.
Aquí como corolario lo eligieron el mejor atleta y el atleta revelación del torneo,
por lo que lo premiaron con aquella y hasta hoy, querida estatuilla de bronce del atleta corriendo, que descansa en casa de su madre, junto a otros grandes recuerdos posteriores como el “Charrúa de Oro” otorgado por el Círculo de Periodistas del Uruguay y el “Altar Olímpico” otorgado por el Comité Olímpico Uruguayo.
No obstante esta experiencia. Siguió compitiendo un año más por su liceo y un recuerdo imborrable le deparó los juegos estudiantiles del año setenta y nueve.
Con tan solo cuatro atletas que se repartieron todas las pruebas, es decir, carreras, saltos, lanzamientos, estuvieron a punto de ganar los juegos, de no ser que no pudieron lograr la prueba cuatro por cuatrocientos.
Llevaba la ventaja ahora de un año de entrenamiento con su entrenador del club, el “Bocha”. En los cinco mil metros, la estrategia era ir relegando o “doblando” a una vuelta a los rivales para que no pudieran puntuar y debieran así abandonar. El último competidor a doblegar era del liceo Militar, quienes siempre ganaban estas pruebas de fondo, lo pasó a poco del final y ganó la carrera, sin nadie detrás.
Fue de las mayores satisfacciones de su vida, además, fueron los juegos estudiantiles los que le generaron su pasión.
Tiempo después.
Estaba a punto de que se corriera la final olímpica de los 3000 metros con obstáculos, en el Estadio Olímpico de la ciudad de Barcelona 1992.
Estábamos contentos y expectantes por acá, pues un uruguayo y montevideano, se encontraba entre los doce finalistas, es decir, entre los doce mejores del planeta.
Cuando clasificó a esa memorable instancia, le costó pegar los ojos, la felicidad le hacía repasar aquellos sus primeros pasos en el atletismo, a la gente amada, a los amigos de siempre, a su entrenador el “Bocha” allá lejos, sentía agradecimiento en la lejanía y necesidad de estar junto a los queridos en ese maravilloso momento.
Desde que nuestra generación tenía conciencia de estos acontecimientos, solo había escuchado de logros futboleros, de buenas jornadas del básketbol, boxeo, ciclismo o el remo en otros momentos. Seguir atentamente una jornada olímpica era ver hazañas de unos, derrotas de otros, pero nunca estaban en instancias decisivas deportistas de nuestro país, desde hacía décadas.
Esta vez sí, ahí estaba él, al cual no le pedíamos el podio, ni la súper hazaña, porque quienes sabíamos algo de su trayectoria y le conocíamos más o menos de cerca, entendíamos que la hazaña ya estaba consumada.
Atrás habían quedado aquellos primeros y lejanos pasos, cuando los Juegos Atléticos Deportivos Estudiantiles...y los intensos y agotadores días de entrenamiento en la pista del Parque Batlle y las primeras experiencias y reconocimientos en los circuitos nacionales e internacionales.
Le conocíamos de verlo en la pista atlética del Parque Batlle.
Estudiábamos Educación Física en el ISEF y fruto de la casualidad fue que supiéramos mucho de él y su trabajo sirviera de ejemplos en una importante materia de nuestra carrera, Entrenamiento Deportivo, pues la cátedra de la misma la dictaba su propio entrenador, el popular y querido “Bocha” Lagomarsino.
Supimos de su esfuerzo. Trabajaba en una pinturería y sus patrones le iban variando el horario de trabajo de acuerdo a los requerimientos de las sesiones de entrenamiento o las competiciones. A veces se venía hasta la pista corriendo los kilómetros que lo separaban del trabajo a la misma. Otras veces, tema alimentación de por medio, la problemática era no poder llegar a entrenar con tal o cual carga por no haber podido alimentarse adecuadamente.
Nos enteramos que en aquellos años difíciles de la dictadura el “Bocha” fue perseguido por diferencia de ideas y se tuvo que ir del país, entonces en esos períodos preciosos de formación, de generar la mejor base, él no tuvo a su entrenador cerca y salvaban el obstáculo impuesto ¡comunicándose para entrenar por correspondencia!
Luego de superado este gran escollo y donde pudieron llevar adelante juntos el proceso de entrenamiento, otro impacto para el atleta hizo que nuevamente su actividad fuera discontinua y alterada, la temprana enfermedad y ausencia de su hermana menor.
Un nuevo obstáculo se lo hizo ver su propio entrenador, no había ya una pizca de posibilidades para seguir superándose. El nivel competitivo, el apoyo logístico carente, acá por el sur, en este pequeño país y alrededores, harían en sus capacidades un estancamiento.
- La opción es que emigres, una beca tal vez...entrenar y competir con otros estímulos, para seguir mejorando. Le expresó.
España le brindó esa posibilidad y durante un tiempo siguió perfeccionándose, quien ya no era el esmirriado muchachito de los años del secundario.
Los vendedores de ilusiones del momento crearon la expectativa y generaron opinión en el pueblo uruguayo, ¡por fin podría volver una medalla a este país!
La lógica decía que por los tiempos con que llegaron los atletas a la final, eso no sería así.
Generar el exitismo fue nocivo para valorar la trayectoria, el esfuerzo, la real dimensión, por parte de sus compatriotas.
Ser objetivo, era decir que el atleta oriental al estar en esa instancia final, ¡ya había triunfado!
¡Organizarle un gran recibimiento a la llegada a nuestro país habría sido lo correcto!
¡Largaron!
La emoción fue enorme para muchos, ¡allí había un uruguayo corajudo cumpliendo su sueño mas querido!
Hoy su empresa de diseño y mantenimiento de jardines anda a pleno, su sensibilidad por la naturaleza y la fotografía, el amor de su familia, abarcan su vida allá en un lugar de la península ibérica.
¡Qué mas decir de alguien que supo transformarse a puro tesón, en uno de los grandes deportistas de la historia de nuestro país!
¡Salud a “larga distancia”, CAMPEÓN!
A Ricardo Vera Rebollo
(setiembre 2008)"
Un relato de Fredy Acosta Techera
Lugar: Montevideo, pista oficial.
Finalizamos este perfil de Ricardo, con un artículo publicado por El Observador el 28 de enero de 2007:
Producción: Pollito para HALCONES
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