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lunes, 19 de noviembre de 2007

21k de Piriápolis: cámara abordo y reporte Pollito



Como expresa la canción usada para musicalizar, en lo personal fue un camino infernal y queda reflejado en el video y las fotos.

MI CARRERA 111. Copete

La jornada se inició con un calor "de otro partido" y el cielo ampliamente despejado (todos habíamos ido preparados para lluvia).

A la hora de competencia comenzó a nublarse (luego de que el agua se agotara en varios de los puestos, principalmente por la escasez de vasos que hizo que quienes atendían las mesas dieran anticipadamente botellas de 2 lts a falta de muchos corredores).

La mayoría llegó a la meta en un día distinto al que partimos: cielo encapotado, una neblina intensa que cubría hasta medio Cerro de los ingleses (o San Antonio) y un frío que comenzó a hacerse sentir que hizo que a la media hora de llegado el último competidor no quedara nadie en la rambla.

Como nota curiosa, se largó dos cuadras y media antes del sitio de llegada (posiblemente para evitar hacerlo entre los autos estacionados) con lo que la distancia oficial quedó en 21.350 mts.

Por todo lo anterior, y posiblemente por la acumulación de kilómetros en el año, los tiempos en su mayoría fueron algo superiores que a otras competencias.

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DEL INFIERNO DEL SAHARA AL INFIERNO MUSCULAR

Inicialmente, el calor y una largada sorpresiva agarraron a más de uno desprevenido. A mí se me fue aflojando el paso y por el km 4,5, al pasar por una zona de dunas al borde de la carretera, literalmente sentí que estaba corriendo ultramaratón en el Sahara.

Había dormido poco, me faltaba aire y sentía un dolor lateral al pecho (que hoy atribuyo a un tendón axilar maltrecho por cargar sobrepeso en la mochila pero que en ese momento preferí no subestimar), así que preferí tomármelo en solfa.

Al llegar a Punta Colorada, con varias detenciones previas y ver ese precioso repechito, ya me había dado cuenta ampliamente que bajar la marca de 1.41 era imposible y me concentré en tratar de mantener un trote que se hacía cada vez más difícil.

Al volver a pasar por la zona saharística, el único encargado del puesto, ante los corredores que pasaban en buen número y ver que los vasitos ya estaban todos usados y en medio de la ruta, comenzó a dar botellas de 2 lts (o 2,25) que íbamos dejando en la ruta (ver fotos). Evidentemente, el sistema de vasos no es nada operativo en este tipo de distancias y más con el calor de ese momento.

Posteriormente, luego de dejar pasar a otro 30% de los corredores, me prendí un rato con el lindo grupito del Chirola y Horacio Hermida de Villa Española, y Daniel Caffarena de Cuervos. Entre charlas se pasaron algunos kilómetros a 5.30 aprox. Por un momento nos miramos y no tuvimos más remedio que reflexionar sobre cómo, a pesar de los pocos meses transcurridos, entre los cuatro nos sentíamos como una parte de los dinosaurios que aun sobrevivimos al extraño proceso del ascenso y mutación de los grupos de corredores entre fines de 2004 y el crucial momento actual.

Sobre la continuidad de la carrera, cabe señalar que el encargado del puesto del k.10 tenía más clara la idea de aprovisionar con líquido y naranjas (de hecho, ya al ir, el puestito estaba armado completito, como se puede ver en las fotos).

Volví a perder mucho el paso al rodear el cerro y ya empecé a trotar hacia atrás buscando en vano a Walter Sastre, que no sabía que venía algunos minutos atrás maltrecho de su rodilla.

Ya en la avenida Artigas o ruta hacia Pan de Azúcar era un lento arrastrarse general. Destaco que ese puesto de Gatorade del k.15 también estaba bien servido. Me detuve al lado a ajustar las taloneras y plantillas y esperé a Walter que por allí aparecía rengueando.

De ahí en más tratamos de trotar la mitad y caminar otro tanto, cosa que hacía la mayoría en esos kilómetros. La ley del golpeteo además indica que mientras más lento vayas más lo vas a sufrir, así que si bien tenía algo de fuerza, al levantar la rodilla me acalambraba.

El puesto de agua del km 18 estaba deprovisto (a falta de 70 corredores y no sé desde cuánto antes), con un cúmulo de vasos por el piso, botellas vacías en el camino que demostraban que primero se había acabado el soporte vasístico que el vital elemento, y el encargado de brazos cruzados a 20 metros.

El tramo final por la rambla, con una neblina baja y algo de viento, al menos pudimos recuperar algo de terreno -por decirlo de cierta forma- y llegamos en 2:16:56, con la mera intención de cumplir la etapa del campeonato como quien dice.

En definitiva, un cierre de campeonato peculiar, con luces y sombras en lo personal (venía de correr 4:16 en Nike y acabé los 21k con 6:24) y, como siempre, esperando que se cumpla la vieja filosofía de que mañana será mejor. // Pollito

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