Deportes en el recuerdo: duelo de los récords
Los estadounidenses Mike Powell y Carl Lewis libraron el 30 de agosto de 1991, en el estadio Nacional de Tokio, un duelo que arrojó un nuevo récord mundial de longitud, todavía en vigor (8,95), y que con el tiempo ha adquirido ribetes de leyenda.
El récord no menos legendario de Bob Beamon en los Juegos Olímpicos de México'68 (8,90) estaba a punto de cumplir 23 años cuando la cerrada contienda entre Lewis y Powell alumbró, por medio de este último, una nueva plusmarca que muchos años después permanece imbatida.
HELSINKI'83: EL NACIMIENTO DE UNA ESTRELLA
Helsinki, en 1983, alumbró los Campeonatos del Mundo, un invento del entonces presidente de la IAAF, el italiano Primo Nebiolo. Carl Lewis ya era famoso cuando acudió a Helsinki para competir en lo primeros Mundiales. Había recibido el prestigioso premio Sullivan, dominado la velocidad y el salto de longitud en los campeonatos de Estados Unidos, pero le faltaba un triunfo en una competición mundial.
En 100 metros, la presencia del plusmarquista mundial de entonces, el estadounidense Calvin Smith, no fue bastante para detener a Lewis, que se impuso con un registro de 10.07 después de exhibir su espectacular cambio de ritmo en los 60 metros.
Dos saltos le bastaron a Lewis para ganar el oro en longitud. La prueba coincidía con el relevo 4x100 y el atleta de Alabama no quiso desperdiciar energías. Había saltado 8,37 y ninguno de sus adversarios parecía en condiciones de superar esa marca.
En 4x100 la victoria era segura para el cuarteto de Estados Unidos formado por Emmit King, Willie Gault, Calvin Smith y Carl Lewis. La incógnita consistía en saber si caería o no el récord mundial, pero la duda quedó muy pronto despejada en sentido afirmativo: 37.86. Lewis lograba su primera plusmarca universal.
Helsinki'83 fueron los Mundiales de Lewis, pero tuvieron otro vencedores ilustres como Steve Cram (1.500), Edwin Moses (400 m.v.), Marlies Gohr (100), Marita Koch (200) o Jarmila Kratochvilova (400 800) y registraron la irrupción de un desconocido en el universo atlético: Sergey Bubka, un soviético de 19 años llamado a revolucionar el mundo de la pértiga.
ROMA'87: BEN JOHNSON EN LA CUMBRE
Cuatro años después, el estadio Olímpico de Roma acogió la segunda edición de los Campeonatos. Después de Helsinki y los Juegos de Los Angeles el atletismo había cobrado auge y los atletas de relumbrón amasaban fortunas semejantes a las de los deportistas profesionales.
Lewis se había embarcado en feroz batalla con Ben Johnson, la figura emergente de la velocidad. Setenta mil espectadores abarrotaban el estadio romano el 30 de agosto para asistir a la final del hectómetro, al duelo Lewis-Johnson en la cumbre. Johnson partió como una bala en medio de un silencio sepulcral, impulsado por una formidable masa muscular que con el tiempo se supo que había sido esculpida a base de esteroides.
Lewis hizo la mejor carrera su vida pero tuvo que resignarse al segundo puesto. Johnson había destrozado la barrera de los 9.90 segundos y había inscrito su nombre en el libro de récords con una marca de 9.83. Era la sexta vez que derrotaba a Lewis y el comienzo para el canadiense de un año de gloria y dólares que acabó dramáticamente cuando dio positivo en el control antidopaje de los Juegos de Seúl. Lewis había perdido la batalla de la velocidad.
Se tomó el desquite no obstante, en longitud (8,67) y en 4x100, y el tiempo se encargaría de añadir el oro de 100 metros a su colección de trofeos, una vez que la IAAF destronó a Johnson por dopaje.
La final de 100 metros eclipsó el resto del programa. Lo triunfos de Bubka, el somalí Abdi Bile (1.500), el marroquí Sai Aouita (5.000), la alemana Silke Gladisch (100 y 200 la noruega Ingrid Kristiansen (10.000) perdieron brillo ante el fulgor que emanaba del duelo entre los dos grandes velocistas.
TOKIO'91: POWELL DESTRONO A BOB BEAMON
Los 8,90 metros conseguidos por Bob Beamon el 18 de octubre de 1968 en el estadio Olímpico de México parecían inalcanzables para un atleta del siglo XX. Mike Powell llegó a Tokio sin conocer la victoria sobre Carl Lewis en quince enfrentamientos.
Lewis se presentó en la capital nipona con 65 victorias consecutivas en su hoja de servicios, pero el atletismo escapó a la dictadura de la lógica. A Lewis le cupo el pequeño honor de ser el primer humano que aterrizaba más lejos que Bob Beamon, aunque fuera con ayuda del viento.
Con los 8,91 metros de su cuarto intento, empujado por un viento de 2,9 metros por segundo, Lewis debió sentirse a salvo de cualquier contingencia. Nadie, en 23 años, había podido con el récord de Beamon.
Los espectadores aclamaron, por tanto, al nuevo héroe del salto horizontal, mientras Mike Powell rumiaba a pocos metros una venganza largamente acariciada frente al hombre que durante toda su carrera le había eclipsado.
Cuando Powell tomó tierra en su quinto intento supo de inmediato que había logrado algo grande. Los segundos que tardó en conocer su marca fueron los más largos de su vida, pero mereció la pena esperar: 8,95 metros.
El rostro de Carl Lewis, que después de haberse convertido en plusmarquista mundial de 100 metros (9.86) estaba a punto de encaramarse al panteón de dioses, reflejaba la amargura de un atleta que había saltado más que Bob Beamon y que, sin embargo, sólo había ganado la medalla de plata.
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Récord sudamericano de Irving Saladino (Panamá)
El salto más largo de 2006 fue también de Irving Saladino con 8,65 pero no fue validado como récord por incidencia del viento.
fuentes: IAAF y ADN