Half Ironman Punta 2008: crónica de El Gusano
Rambla de Punta del Este, hora 15:00, lluvia torrencial, vientos huracanados. Hola, aquí el Director de Tránsito de la Comuna Fernandina. Podemos habilitar la rambla al tránsito? Afirmativo, habilite nomás que ya no queda nadie. Se habilita el tránsito, Super Worm Warrior viene al trotecito de vieja con artritis reumatoidea y le empiezan a zumbar los vehículos por al lado, muchos de ellos con dos o tres bikes en el portaequipaje, todos lo saludan alegremente con bocinazos, gritos de aliento y pulgares para arriba, Super Worm prescindiría gustosamente de esas demostraciones que solo logran sumir su ya alicaido ego en el séptimo subsuelo. La puta madre, estos hijuenagranputa ya se bañaron, almorzaron, sestearon, tomaron mate y están volviendo en autos con aire acondicionado, y yo acá al borde de la hipotermia ensopado hasta el caracú. Qué mierda estoy haciendo acá????? Quién me mandó ???? Qué necesidáááááá????? Llega una camioneta 4x4 negra con chapa argentina conducida por uno de los organizadores, me mira, pone cara de nuevo rico mirando un linyera y me dice “pasá de este lado (señalando la otra vía de la rambla) y seguime que te llevo”. Metete la 4x4 en el tujes, porteño del orrrrrto, dejame terminar tranquilo esta tortura, por qué no vas mejor a buscar a la gordita que quedó como 15 minutos atrás mío??
(flashback, al estilo thriller de esos que no entendés un carajo porque van para atrás y para adelante y te perdiste en el espacio y el tiempo porque justo estabas mirando cuánto pop te quedaba en la cajita).
Punta del Este, parada 25 hora 06:15. Worm Warrior y Supercoyota descargan su parafernalia de equipamiento, dónde mierda está mi casco? Mi cascoooooo !!!! El imbécil del casco tuvo la mala idea de quedar en lo de mi viejo arriba de un atado de leña. Juro que nunca más me burlaré del Chirola olvidándose de los championes en el hotel media hora antes de la largada de la Maratón del Fin del Mundo en Ushuaia. Ida y vuelta hasta Laguna del Sauce a 230 km/h, apareció el casco. Entrada al parque cerrado, todas las chivas ya están prolijamente colgadas por el asiento a un caño horizontal, con un canasto al lado con su número de corredor. Miro las 350 chivas, miro la mía, vuelvo a mirar las 350 chivas, caramba, realmente mi bici es antediluviana. Y pensar que cuando la compré hace… 21 años, era una buena bici de carrera. Cómo mejoró la tecnología. Me siento como si hubiera llevado una Ondina de paseo con canasto y rueditas para no caerme. Ya no quedó nadie en el parque cerrado, todo el mundo ya está en la playa, y yo mirando el caño de mierda ese y preguntándome cómo carajo se hace para colgar la bici. Así no va, así tampoco, a ver al revés, me pongo muuuuuy nervioso, se acerca un super triatleta y me dice “colgala así”. Pah, qué fácil que era, quem sabe sabe, era como el huevo de Colón, me siento levemente idiota; bah, apenas un poco más que cuando vi que me faltaba el casco.
Hora 07:00. En 1 minuto cerramos el parque cerrado aulla alguien en un megáfono. Y sí, pelotudo, si es un parque cerrado es lógico que esté cerrado, pa qué decís cosas obvias?? Worm Warrior baja a la playa y mira a su alrededor. 349 supertriatletassuperentrenados… y yo. 349 con trajes de nadar de 300 dóyares para arriba… y yo con un traje de surf prestado, de mangas y piernas cortas. Empieza a moverse la larga columna hacia la parada nosécuánto, que es donde será la largada. Voy caminando con los pies en el agua, como para ir haciéndome a la idea de lo que tendré que soportar: la temperatura es más o menos la del océano glaciar ártico, cercana al cero kelvin. Vamos Gusano, cuántas veces corriste long runs y hasta maratones en invierno muerto de frío? Esto no puede ser peor que Colonia 2006. Miro para atrás, la columna de triatletas de trajes negros parece una colonia de pingüinos. Kowalski, Rico, Skipper y Soldado. O parecemos todos disfrazados de condones negros, yo qué sé.
Hora 07:25. En 5 minutos se larga. Me sumerjo en el agua para acostumbrarme al frío. Ma qué acostumbrarse ni ocho cuartos, esto es inhumano ! Es ingusano ! Ni las focas del Mar de Weddell se bancan esto ! (con licencia de Ernesto Toubes). Por suerte no da el tiempo para hacerse más la croqueta. Cuenta regresiva y se largó !! Empiezo a nadar. Bueno, en fin, nadar es un decir… digamos que empiezo a palmotear con movimientos que pretenden ser rítmicos y regulares, intentando avanzar hacia una enorme boya azul que está como a… no sé… 25 kilómetros. En realidad la boya ni la veo, solo trato de seguir a los 349 nadadores que rápidamente me sacan 500 metros. Tranquilo gusano, lo que mata es la ansiedad, vos podés. Llego a la primera boya, ya no veo más a nadie. Bueno, ni nadie ni nada. Dónde mierda está la boya siguiente? Ah, sí, el circuito tenía forme de M así que la boya debe estar hacia la costa. Dónde está la costa? No boludo, ahí es la Gorriti, allá es Punta Ballena. Enfilo hacia la segunda boya. No estoy cansado, solo aburrido y ya resignado a terminar último. Se me acerca uno de los kayacs que controlan y apoyan: estás bien? Claro boludo, no ves la cara de felicidad y euforia que tengo? Estás mareado? No imbécil, solo estoy tratando de orientarme. Cerca de mí rescatan a una brasilera que creyó que el agua de Punta del Este tenía la misma temperatura que la de Barra da Lagoa. Paso la segunda boya en 42 minutos. Vamoarriba que solo falta la mitad. Dónde está la tercera? Se levantó viento, y con el viento llegan esas olitas de mierda que justo se te meten en la boca cuando sacás la cabeza para respirar. Empiezo a tener frío en la espalda. Trago diez litros de agua salada. Me choco con algunas aguavivas (qué bicho al recontrapedo las aguavivas), la boya desapareció, mi recorrido es cualquier cosa menos una línea recta, algo así como una función sinusoidal o hasta helicoidal. Se me empañan los lentes. De vez en cuando entre dos tazas de agua salada veo una cosa azul parecida a una boya…
Hora 8:30. Algún punto entre la isla Gorriti y la playa Mansa. Un gusano nadando perrito, gatito, hipopotamito, cualquier cosa menos crawl, intenta volver a la costa apuntando hacia el arco verde de Gatorade. A puro huevo y orgullo y recagado de frío. Río de la Plata la puta que te parió, no me vas a ganar. El hombre del kayac me va guiando: “dale para afuera”, “dale para adentro”, bó pelotudo, izquierda y derecha no te enseñaron en la escuela? Un lobo de mar me saluda con la aleta, qué hacés gusano? Y vos quién sos? le digo, quién te llamó, no me distraigas, andá por allá que hay un cardúmen de pescadilla roja. Sorprendido por tanta antipatía el mamífero acuático se aleja mentando a mi mamá y mi abuelita.
Hora 8:52. Salgo del agua más mareado y aburrido que cansado, no queda más nadie en la playa, ya desinflaron las boyas azules, subieron los kayacs a la arena, tropiezo en la arena hacia el parque cerrado, una simpática señorita de la organización me pregunta si necesito ayuda para sacarme el traje, mirá nena no estoy para propuestas indecentes, ¿por qué mejor no me ayudás a encontrar mi camiseta y mis medias en este kilombo que dejé en el canasto? Qué gracioso, la primera y única vez que competí nadando antes de ésta fue a los 10 años en un club al que mi vieja me obligaba a ir durante el verano. Terminé último y juré que nunca más competiría en un deporte tan desagradable. 33 años más tarde reincido y vuelvo a terminar último. Las vueltas de la vida, no? No me resulta difícil encontrar mi bici, es la única que queda colgada del caño horizontal. Me saco la arena de los pies como puedo con un toallón de playa de Mr. Incredible, me pongo medias, championes, camiseta de la maratón de Buenos Aires y salgo del área de transición. Obviamente también soy el único que no tiene una super magnífica y carísima camiseta de ciclista con bolsillitos atrás y colores fluo y que pedalea sola, pero me consuelo estúpidamente pensando que no deben haber muchos competidores con 15 maratones en su haber. No sé ni cómo me llamo, el agua me dejó idiota. No hay algún carro de chorizos del Galleguito por acá? Me comería una porción de picanha con boniato al plomo, dónde está el puesto que vende eso? Alguien me enchufa un gel en la mano, otro me ofrece una banana, devoro ambas cosas en medio milisegundo, esto no tiene gusto a carne a la parrilla, ¿es lo único que hay para comer hasta el final? Por ahí veo a varios amigos, el Pelado Yeritano, Douglas, el Rutero Dani, varios coyotes, todos me alientan como si estuviera por ganar el Tour de France y eso me devuelve energía en el cuerpo. Primer vueltita de 6km en la senda norte de la rambla (no queda más nadie obviamente, ya lo dije?) y paso a la senda sur. Son 7 idas y vueltas desde Las Delicias hasta Las Grutas, 12km por vuelta. El viento sopla cada vez con más fuerza, pero recién me doy cuenta al dar la vuelta en U en Las Grutas. Con razón venía tan cómodo. Me pasan diez mil ciclistas a velocidades supersónicas con máquinas que parecen las de Terminator. Entiendasé: ya me llevan n vueltas de ventaja, no? Mi vieja y cansada Peugeot vive y lucha y aguanta. Me pasan los supercrás, los menos crás, una viejita volviendo de la feria en una bici con canasto y la tortuga Manuelita. Qué hacés Manuelita, qué paso tan audaz! Aquí me ves, volviendo de París y camino a Pehuajó.
Hora 9:00, 10:00, 11:00, Super Worm Warrior sigue dando vueltas al circuito, empiezan a aparecer los primeros corredores en la senda norte. Intento calcular cuántas horas me llevan de ventaja haciendo una regresión polinómica y bajando todo por Ruffini y con eso me voy entreteniendo. También me entretengo calculando si Supercoyota me sigue sacando aun más ventaja, mi velocidad en millas por hora y el diámetro de las ruedas de mi chiva dividiendo la distancia entre los extremos del circuito por 3,1416 y por la cantidad de veces que pedaleé. Mind games, que le dicen… Se me acerca un ciclista y me saluda. Qué hacés gusano, me dice Lance Armstrong. Aquí me ves, pedaleando un rato. Pero alguien te explicó de qué se trata esto? No, hacía 20 años que no andaba en bici, entrené tres semanas, hice una ida y vuelta a Atlántida… Pero you are out of your mind, me dice (versión traducida: estás mal del mate). Decime algo que no sepa, le contesto, gringo pelotudo, borrate, andá a correr Rutas de América andá. En cada vuelta veo más corredores y menos ciclistas… hasta que quedo totalmente solo pedaleando. El viento se hace cada vez más molesto, y el golpe de gracia me lo da el voluntario que atiende el puesto de agua ubicado en el punto de retorno allá en Las Grutas: se había acostado en el tablón a dormir una siesta el muy cabrón.
Hora 13 ± epsilon. Perdí la noción del tiempo y del espacio, no sé si estoy en Punta del Este o en Cerro Chato, si estamos a domingo o a jueves, si es de día o de noche. Ya nadie mira hacia la senda de los ciclistas cuando termino mis 90 kás y me meto de nuevo en el parque cerrado (donde ya están nuevamente colgadas todas las bicis, pero esto supongo que ya lo intuían de alguna forma). Me duelen las rodillas, y cada pierna es una columna de 40kg. Me estoy remeando desde hace como dos o tres horas. Hurgo en el canasto, no encuentro nada, quiero cambiar de camiseta pero no la encuentro, desparramo todo sobre el asfalto tipo mina histérica, no encuentro el número ni los alfileres de gancho ni mi segundo par de medias ni la vaselina ni mi gorro, tengo todavía arena entre los dedos de los pies, esto me va a costar una ampolla, me lleno los dedos de vaselina, todo me importa un pito, me sueno los mocos con los dedos y me limpio los dedos en el pasto, puteo en arameo antiguo y en mandarín moderno, y finalmente logro completar toda la operación bajo la mirada divertida de la coyota Ada que me va sacando fotos y me alienta con vehemencia. Corro hacia la salida, piso la alfombra, piiip, cronómetro, yessssssss, al fin un terreno conocido. No siento mis piernas pero el piloto automático funciona, el cuerpo tiene alguna memoria, el procesador va arrancando lentamente el software “correr media maratón comenzando ahora”, lo mío definitivamente es el pedestrismo. No tengo la más remota idea de a qué ritmo correr, no sé cuánta energía cinética me queda, ni siquiera me acuerdo cuántas vueltas hay que dar. A las tres cuadras me aparto tres metros de la rambla y meo 2 litros de agua, medio de Gatorade… y 47 litros de agua de mar. Empiezo a pasar decenas de corredores…que ya me llevan dos o tres vueltas de ventaja. La mayoría de ellos tiene una cara de sufrimiento bastante poco alentadora. Supercoyota en cambio viene alegre, sonriente y fresca como una lechuga, y me da una insana envidia.
Hora 14:00, en algún punto de la rambla de Pinares. Super Worm Warrior pasa la mitad de la media maratón, ya no queda prácticamente nadie corriendo y aun le faltan dos vueltas. La desmotivación le va ganando lentamente la pulseada, más por aburrimiento y soledad que por cansancio real………………………………………………
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(estas lineas punteadas son para que traten de sentir la terrible soledad del fondista que en las últimas horas solo intercambió tres palabras con un lobo de mar, Lance Armstrong y la Tortuga Manuelita).
Hora 14:50. Ultimo retorno en U. Abrieron el tránsito, llueve a cántaros, tengo frío, me arrastro como corresponde a un gusano de ley. Pero conseguí tres pacers de lujo: un caracol, una babosa y un bicho bolita. Bó, caracol, no tenés por ahí en tu caparazón algún sánguche de bondiola y roquefort? No? Y un chivito canadiense con cebolla frita y panceta crocante? Tampoco ?? Qué bicho al pedo que sos, casi tanto como las aguavivas ! Borrate, además me estás haciendo correr demasiado rápido y me voy a quemar faltando 1500 metros.
(vuelta al primer párrafo de este relato, no lo voy a escribir de nuevo, releé ese párrafo y después seguí con lo que viene ahora).
Empiezo a ver el arco de llegada en medio de una cortina de agua. Ya están desarmando todo pero aun no sacaron el reloj, estoy dentro de las 8 horas reglamentarias. Guau, hay una alfombra roja. Veo de lejos a Supercoyota que tuvo la buena idea de sacar mi bici del parque cerrado y mi canasto con mis pertenencias (no le fue muy difícil encontrarlo, no quedaba otro; pero eso ya lo sabían, no sé pa qué mierda lo repito). Siete horas y treinta y ocho interminables minutos. Misión cumplida, soy un triatleta. Al fin y al cabo no me fue mucho peor que en mi primera maratón, Montevideo 2000, en la que éramos unos 120 y terminé en el puesto 96. Abrazo y felicito a Jorge Beltrán por la organización impecable de la prueba, y llega el momento supremo: me entregan la camiseta roja que dice “finisher – half Punta 2008”. Hay que ser demente para correr 7 horas 38 por una camiseta ! Esto me costará al menos cuatro sesiones de terapia, y todo para que al final el shrink concluya “esta es un área de su psiquis que jamás entenderé”. Y no… ¿acaso es explicable?
Maratón o muerte
Venceremos
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